Mujeres 1992. Paz Errázuriz en Galería AFA

Mujeres 1992
Paz Errázuriz en Galería AFA

La fotógrafa, Paz Errázuriz, es una artista icónica de nuestra escena nacional. Una mujer que, por más de 30 años, nos ha cautivado con imágenes que retratan la realidad social en el contexto político de Chile en dictadura, su transición y la actualidad.

Por Astrid Fuchslocher H.

Paz, es una autora que se ha dedicado a perpetuar y registrar personas en diferentes épocas, lugares, escenas y contextos. Este proceso da origen a una producción que se ha convertido en un testimonio concreto de nuestra identidad nacional. Una labor y legado que se traducen en (micro) relatos que trazan directrices, y que ensamblan lo visual y estético con lo político y lo social.

Nos encontramos ante un trabajo profundo, comprometido y humanitario que está principalmente orientado a representar personajes ignorados por el poder hegemónico. De este modo, se activa un rescate que formula una reflexión en torno a un arte de denuncia. Es decir, una mecánica que manifiesta una opinión critica atingente a nuestra sociedad. Ante todo, es una operación que proyecta un cambio en la forma de observar a ???ese otro???, y que propone a las artes visuales como una disciplina que permite visibilizar condiciones locales.

Considerando estos antecedentes, podemos comprender mejor la muestra de la artista que hay actualmente en Galería AFA, hasta mediados de Febrero. La exposición titulada Mujeres 1992, presenta más de 60 fotografías que jamás han sido exhibidas. Se trata de una serie histórica, resultado de un recorrido que Paz realizó por nuestro país durante ese año. Ese viaje tuvo como desenlace el registro de diferentes mujeres: conocidas, anónimas, de distintas edades, clases sociales, profesiones, oficios, entre otros.

La serie está acotada a un tiempo, género y espacio determinados y da cuenta de la apariencia física de distintas chilenas de aquel entonces. Hablo de una compilación de imágenes que a pesar de ser estáticas -y estar suspendidas en el tiempo- cumplen una función interpretativa. En otras palabras, además de fijar un momento determinado, evocan diferentes sentimientos y emociones en un espectador que es interpelado a contemplar estos cuerpos desde una mirada sensible.

En este conjunto aparecen principalmente mujeres plasmadas de forma individual, que articulan una trama cultural y social de más de 20 años de antigüedad. Es una travesía donde se reivindica el rol de la mujer chilena en un quehacer que da protagonismo a este género desde lo común, lo particular y lo comunitario. En este sentido, la artista rompe con la clásica representación del retrato, para crear fotografías que dignifican a sus protagonistas desde una óptica que a su vez es también femenina. Las modelos escogidas no son previamente seleccionadas, sino que tienen relación con lo que la autora va encontrando en su camino. Es una propuesta que (re)descubre personajes y arquetipos, que a través de la captura de su lente, tienen una nueva oportunidad de ser observados y por tanto de sobrevivir. La maniobra se relaciona con la identificación de uno mismo y del otro: un reflejo directo e indirecto.

Como consecuencia, hay un distanciamiento del retrato tradicional: vestimentas, poses y expresiones improvisadas que son evidencia de una actitud natural. La mano aprieta el disparador sólo para capturar gestos que transmiten lo esencial: espontaneidad, autenticidad y una intimidad que no se pretende idealizar. Me refiero a caracterizaciones que irradian una mirada a veces inocentes y otras sin pretensiones, en un ejercicio que establece un vínculo con lo interno.

Como es habitual en los trabajos de Paz Errázuriz, el recurso estético del blanco y negro genera una mayor expresividad y un sentimiento de nostalgia que apela a una memoria colectiva. Son fotografías donde llama la atención la presencia de una luz natural, sumada a la precisión y nitidez que hacen resaltar los diversos rasgos de las modelos. Son cuadros de formato pequeño, montados de forma horizontal y recta dentro de la sala de exposición, esbozando un recorrido lineal que da inicio a los capítulos de esta narración.

En términos generales, Mujeres 1992, es una exploración que expone el contacto personal y la comunicación directa dada por la alianza entre fotógrafa y fotografiada. De esta forma, la artista propone un diálogo que permite la codificación de un determinado grupo social, a través de un material que había quedado guardado y que antes de esta muestra, estaba destinado a quedar en el olvido. En este sentido, estas obras son un descubrimiento: un archivo personal de la artista que forja cruces y relecturas de un pasado que se vuelve presente.

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