“Si no se aprende primero a copiar la realidad, no puedes después trabajar bien lo abstracto”, dice la artista chilena, Marcela Vicuña, citando a Matilde Pérez, su profesora de pintura durante siete años –y, por descontado, una de las artistas más relevantes de la segunda mitad del siglo XX, en Chile. Por eso, antes de entrar en ese mundo abstracto de acuarela, acrílico, madera y fotografía, que la caracteriza, Marcela trabajó lo figurativo. “En mi forma de ser no cabe hacer siempre lo mismo, soy inquieta, me gusta la búsqueda, investigar, descubrir, conocer, y así ha sido mi proceso creativo”, explica.
Su obra siempre tiene como punto de partida la naturaleza. Generalmente, las atmósferas de sus cuadros sugieren elementos naturales, acompañados en algunos casos con otros temas y otras técnicas como la música o el dibujo a plumilla y tinta. Esta última, de hecho, es una de las importantes para Marcela. “Es una técnica que me ha cautivado y que encuentro fascinante”, dice. Agrega que la naturaleza y la música son parte de su propio entorno y le brindan serenidad y armonía. “Mi obra es un trascender a lo efímero del momento presente, es como llevar un registro de lo vivido, como un álbum de fotografías o un diario de vida. Todo lo que soy se ve reflejado en mi obra”, cuenta.
Pese a haber estudiado Diseño, se ha dedicado casi por completo al arte visual y plástico, abarcando gran parte de su espectro. De hecho, ha trabajado desde escultura en gres hasta arte digital, pasando por la pintura e incluso la investigación artística y el estudio de otras disciplinas. Un desarrollo completo lleno de lo que ella denomina “valiosos procesos creativos”: aprendizaje –fue también parte del taller de creación de Concepción Balmes durante 3 años–, personas, viajes, lugares y proyectos, elementos que terminarían por constituir una obra consolidada. “Mi trabajo es diverso, multidisciplinario, me muevo entre la pintura, el dibujo, grabado, fotografía y escultura –explica–, trabajando varias técnicas, por lo general mixtas, voy ocupando las que mejor se adapten al proyecto y objetivo de la obra que esté realizando. Respetando siempre mi necesidad interior del momento, manteniendo la libertad en la expresión artística, que creo todo artista debe velar por mantener”.
Los trabajos de Marcela Vicuña despliegan paisajes surrealistas en los que es posible encontrarse con expresiones ambiguas de la naturaleza: desde llanuras infinitas cinceladas por una frecuencia casi musical y colorida, hasta estallidos envolventes de olas en medio del océano. También delinea sobre madera leves trazos que generan una inquietante sensación de orden, y mezcla fotografías sobreponiendo imágenes que terminan por crear escenas igual de surreales que sus paisajes en acuarela. Todo esto lo viene exhibiendo desde 2003, en Chile y en el extranjero. Sus trabajos han llegado incluso a lugares como Florencia, Asís, México, Nueva York, Mónaco, Izmir, Umag, Ludbreg y la vecina Buenos Aires. “Las partes se relacionan, se comunican, se aportan, se suman, creándose un todo, que busca el diálogo en armonía. Sin importar cuál sea el soporte y el medio, el mensaje que se expresa nace de unas mismas raíces, que habitan en el silencio del mundo interior”, declara.
Está trabajando en un proyecto compartido que tiene como eje la Patagonia. Es una muestra bipersonal de obras de pequeño formato llamada Patagonia nativa en producción junto a la acuarelista Elby Huerta. Estará durante cuatro días, durante el fin de semana del 18 al 21 de diciembre, en el Espacio Siena del Barrio Italia.